Roma es una ciudad en la que he
estado muchas veces, pero la mayoría de ellas ha sido para hacer transbordo.
Aun así hace ya unos años dediqué una semana en visitarla a fondo. Pero desde
entonces no había vuelto para visitar la ciudad.
Para mi Roma es una ciudad
importante, en parte es mi razón de ser ya que toda mi vida académica gira en
torno a los inicios de esta ciudad, a sus antiguas gentes y a su antigua lengua
pero más allá de eso me parece que toda ella es belleza y no me canso de ella.
En esta ocasión disponía de
tres días libres en la oficina y los precios de los vuelos estaban
extraordinariamente bajos (115€ ida y vuelta para dos persona, increíble)
además mi pareja no había estado nunca ahí así que no tuvimos que pensarlo
mucho.
Disponíamos de domingo, lunes y
martes para disfrutar la ciudad, no es mucho para una ciudad con tanto que
hacer. Además para programar las visitas había que tener en cuenta que los
lunes es el día de descanso de la mayoría de museos con lo que las actividades
culturales quedaban un poco limitadas ese día.
Al final decidimos ser
prácticos y ver todo lo posible, pero reservando algunos enclaves especiales
para una futura visita.
Piazza Navona
Nuestro primer día, el domingo,
lleguemos a la ciudad pasado el mediodía.
Empezamos nuestra ruta cultural
en el Museo Nazionale Romano, el las
termas de Diocleziano y el Palazzo Massimo. Este museo comprende varios
yacimientos arqueológicos y museos y tiene varias entradas combinadas para
entrar a ellos, es bastante económico y en ellos albergan algunas piezas
arqueológicas muy importantes, pero ¡ojo! Son museos densos y pueden ser un
poco cansados para el público general.
La entrada a estos dos museos
también incluye la entrada al Palazzo Altemps y a la Crypta Balbi que visitemos
el martes.
Pantheon
Después de estas visitas y para
despejarnos dimos el tradicional paseo hasta el puente de Sant’Angelo bajo un
aguacero considerable, pasando por Fontana di Trevi, Pantheon y Piazza Navona.
Afortunadamente el lunes
amaneció despejado, así que iniciamos nuestra ruta con un agradable paseo por
los jardines de la Villa Borghese. Desde ahí volvimos al centro histórico
pasando por la Piazza del Popolo y siguiendo la Via del Corso.
Villa Borghese
En esta zona, llamada el Tridente,
hay muchas cosas interesantes para visitar como Piazza Spagna con su famosísima
escalinata y, para los amantes de la historia, también están ahí el Mausoleo de
Augusto y el Ara Pacis Augustae, una auténtica
maravilla del culto imperial.
Siguiendo un rapo por el lado
del rio se puede llegar al puente Fabricio por el que se puede cruzar a la
Isola Tiberina, una pequeña isla fluvial que alberga una pequeña pero bonita
iglesia.
Volviendo por Ponte Palatino ya
se puede uno sumergir en la ciudad romana, con el Templo di Ercole Vincitore,
el Circo Massimo y un poco más allá el Coliseo y los restos de los Foros.
Y para acabar bien el día nos
dimos una vuelta rápida por el Vaticano.
El martes fue nuestro último
día en la ciudad eterna y lo dediquemos a visitar el Palazzo Altemps y la
Crypta Balbi y a buscar algún recuerdo para nuestros familiares.
Fue una escapada corta pero
intensa, sé que dejemos muchas cosas pendientes, pero una profesora mía me dijo
una vez que siempre hay que dejar algo sin visitar para poder volver. El caso es que hace dos meses del viaje y ya
volvería (además escribir esta reseña del viaje me ha dado unas ganas locas de
volver).
Espero que os haya gustado el
post de hoy, viajad mucho.
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